Accueil
Buscar
X

Búsqueda avanzada

Retratos fotográficos

Textos científicos

La Enciclopedia de los Migrantes

Gudrun Ledegen & Thomas Vetier

Profesora universitaria de sociolingüística y ciencias del lenguaje y Doctorando en sociolingüística y ciencias del lenguaje, PREFics, Université Rennes 2, Rennes

Cómo emprender un proyecto enciclopédico de esta índole sin abordar también la pregunta (o las preguntas) en relación con las “fronteras”? Porque la (re)producción de la “frontera” nunca es más eficaz que cuando se expresa en palabras, se denomina o se valora en este sentido. El objetivo radica en comprender la eficacia de su (re)producción en el discurso a fin de entender los retos inherentes al mundo que nos rodea y a este proyecto, que, de cierta forma, participa, lo quiera o no, en la discusión al respecto. No obstante, ¿de qué frontera hablamos aquí? Si en el uso corriente la noción de “frontera” se refiere a los límites del territorio y del ejercicio de un Estado, nosotros lo examinaremos —por medio de nuestro planteamiento de sociolingüística urbana— a través del discurso (de la expresión con palabras) y de lo espacial (espacio, límites, fronteras), sobre todo en la ciudad.

Este artículo se propone, por consiguiente, cuestionar progresivamente este objeto en tres puntos: la creación de “fronteras” y su expresión con palabras; la producción de la alteridad, de la minoración y de la exclusión urbana; y, por último, la evolución de la noción de “frontera lingüística” en las ciencias del lenguaje.

“Desde su origen y hasta la actualidad, la palabra frontera posee, lo queramos o no, un significado militar” (FOUCHER, 1986). La “frontera”, una noción relativamente reciente en la escala de nuestra historia (siglo XIV), ha recubierto los “límites” concebidos de antemano de territorios “colindantes”, porosos. Este cambio semántico se halla hoy en la construcción de los Estados nación (por centrarnos exclusivamente en la situación europea) y de sus relaciones “internacionales” variables, en las que la “frontera” puede suponer una línea de acercamiento o, al contrario, una línea de separación estricta. Por descontado, la construcción sociohistórica de las fronteras reviste una complejidad mucho mayor; están en perpetuo movimiento, pese a la percepción corriente de relativa estabilidad, y las mujeres y los hombres han de circular en este marco…

El proyecto de la enciclopedia de los migrantes tiene lugar, así, en Europa, e incluso en la Unión Europea, debido a los países implicados en el proyecto. La cuestión de las “fronteras” es en este lugar plural y compleja (si, de nuevo, nos ceñimos tan solo a la dimensión contemporánea), donde nos topamos a la vez con una línea compartida intraunión y de separación extraunión. Por ende, la movilidad de los actores queda más o menos facilitada según se forme parte de los intra o de los extra. Cabe agregar en este punto la complejidad de los acuerdos internacionales, el cuestionamiento de la libre circulación en el interior del espacio Schengen, etcétera. La “frontera”, ya facilite o aniquile los procesos migratorios, desempeña en consecuencia una función en la (des)legitimación de los fenómenos de movilidad de los actores, con lo que pasa de fenómeno observable (barreras naturales o construidas) a su expresión en palabras, lo que interviene en su cosificación.

Antes de entrar en el ámbito de los contactos entre lenguas, veamos el modo en que un proyecto de estas características corresponde a una reflexión sobre los procesos propios de los fenómenos de urbanización percibidos en sociolingüística urbana, lo que sucede, ante todo, a través de una cultura urbana, denominada “sobremoderna”, donde se expresan de hecho las tensiones entre grupos sociales en un mismo territorio. En efecto, a través de la compilación de testimonios en ocho ciudades de Europa, este proyecto quiere ser un testimonio social, político, histórico, etcétera, de realidades urbanas expresadas en un discurso (y, de este modo, el espejo de realidades a mayor escala).

Al considerar la ciudad como lugar en que se formulan discursos de identidad distintos y distintivos (diferenciarse y diferenciar a los “demás”), la sociolingüística urbana permite plantearse las condiciones de producción de los análisis categoriales cotidianos que, como su nombre indica, ponen de relieve las aprensiones de los “demás” sirviéndose de las categorías de análisis inmediatamente disponibles (por ejemplo, el color de piel o el acento). Estas categorizaciones, correlacionadas con la dimensión espacial de la ciudad, forman normas de identidad urbanizadas, vividas o percibidas como (i)legítimas en los espacios urbanos segregados. La ciudad, espacio particular de movilidades y de alteridades, da cuenta de los límites (diferenciación) y de las fronteras (identificación), que moldean las relaciones sociales desiguales (aunque en movimiento). De hecho, “cuanto más se urbaniza el espacio, más se somete a una ruptura el grosor de identidad —es decir, los distintos niveles de identidad—: la relación con el otro, la relación con su forma de hablar, cimenta los límites y las fronteras interurbanas; aun el discurso sobre el otro, sobre la lengua o sobre la práctica de la lengua del otro se convierte por defecto en el otro, o el discurso sobre el espacio se convierte en el territorio” (BULOT, 2009:68). En este contexto, por ejemplo, a los hombres y a las mujeres que solicitan asilo se les remite, física, jurídica, discursivamente, a los confines de la ciudad, a sus fronteras, se tornan en invisibles en el espacio público, desprovistos de contactos en el territorio “de acogida”.

Desde nuestro punto de vista, las cuestiones vinculadas a las prácticas y a las representaciones sociolingüísticas pueden ser representativas de lo que en sociolingüística urbana se conoce como la “migrancia”, o el discurso hegemónico acerca de la movilidad padecida o escogida. En efecto, no dominar la norma en vigor puede ser origen de exclusión o de estigmatización por parte de la clase mayoritaria en una dinámica de dominio y de jerarquización de los idiomas. Esta estigmatización se lleva a cabo a partir del descarte que se estima entre el uso efectivo de la persona o del grupo de personas y el que se considerará la norma compartida por la comunidad de referencia. La lengua es aquí un vector de actitudes y de representaciones hacia quien la practica y, particularmente, hacia quien la practica “mal”. Consciente o inconscientemente, esta categorización de la lengua comprenderá una categorización social de la persona. Esta situación remite a una minoración de las prácticas sociolingüísticas que no pertenecen al grupo social de referencia, las remite a las “fronteras”. Del discurso común, incluso anodino, al discurso más excluyente, abordamos aquí la minoración como un proceso de exclusión, de rechazo, dirigido a hacer que una persona o un grupo de personas se sientan inferiores.

Volvamos ahora a la cuestión específica de la “frontera lingüística” en las ciencias del lenguaje o a cómo definir la “frontera” entre dos idiomas.

Sabedores de que los contactos lingüísticos han creado nuevas lenguas en todas las épocas, nos planteamos la pregunta sobre el momento a partir del cual los hablantes estiman que dicha evolución se ha culminado. Fijémonos en el distante ejemplo del francés, que nació gracias a la mezcla de dialectos galorromances y del latín popular empleado por los galos que hablaban celta, con una contribución léxica germánica; o aun del inglés, que procede de una mezcla de dialectos bajoalemanes y escandinavos, con influencias léxicas francesas y préstamos del latín culto (WALTER, 1988). ¿A partir de qué momento la nueva lengua se identifica como tal?

En el siglo XX, los estudios dialectológicos pudieron considerar que las fronteras entre dialectos eran “realidades” lingüísticas, observables a través de una cartografía que iluminara las líneas de separación (isoglosas) entre diferentes hablas (como lo hacen los Atlas Lingüísticos). Estos estudios trataron los dialectos y las lenguas como entidades finitas y “estancas”, con lo que se ocultaba la variación lingüística y el contacto entre idiomas.

Fue el campo de la lingüística de contacto el que hizo que estas fronteras fueran más permeables e imprecisas; así, por poner un ejemplo, en situaciones en que se da la alternancia de códigos —la utilización conjunta de varias lenguas en el seno de una interacción—, la transcripción que se conoce como “flotante” revela la doble interpretación que se le puede aplicar a la frase oída:

{il faut voir c’est quoi
{i fo vwar sé kwa

La [i] podría pertenecer al francés, en tanto que pronunciación de “il” como [i] en francés “corriente”, o al criollo de la Reunión, en calidad de componente del verbo en criollo. Tanto en el vocabulario como en la gramática o en la pronunciación, surge esta doble interpretación (LEDEGEN & RICHARD, 2007). Podría parecer a primera vista que el ejemplo es específico de situaciones franco-criollas, en las que las proximidades lingüísticas pueden ser significativas, especialmente en el ámbito del vocabulario; ahora bien, estos casos demuestran ser mucho más frecuentes de lo que pensamos y no se ciñen exclusivamente a las lenguas próximas. De este modo, un corpus de SMS de escritores sordos de la Reunión refleja el mismo tipo de análisis multiplicados por otros tantos horizontes de interpretación posibles:

mwa vai bien. et toi fai koi ? (SMS)
moi vais bien. {et toi fais quoi ? (francés oral)
{et toi fai koi ? (criollo de la Reunión)
{toi quoi faire ? (lengua de signos francesa)
{et toi fais quoi ? (francés como lengua extranjera)

La “transcripción flotante” pone aquí de manifiesto que “et toi fai koi ?” puede leerse como ejemplo del oral “corriente”, o bien considerarse como la escritura abreviada que se practica en los SMS (‘(tu) fais quoi’); o proceder del criollo de la Reunión; o incluso de la lengua de signos francesa por la transposición, en el francés escrito, del pronombre (toi) en este idioma, seguido del signo interrogativo ‘quoi’ y del signo ‘faire’; finalmente, una última hipótesis explicativa puede residir en las tendencias que se constatan con frecuencia en francés cuando se aprende como lengua extranjera.

Al quedar patente la interpretación múltiple se plasma el encabalgamiento entre distintas prácticas sociolingüísticas, que el hablante podrá optar por reunir o por diferenciar. Puede atenuar o intensificar los límites de la intercomprensión con sus interlocutores (pensemos en el ejemplo de la lengua serbocroata o en aquellos hablantes que, en francés, dicen “comme ceci” en contraposición a quienes utilizan “comme cela”, que se perciben como diferentes o no, del otro lado de la frontera de la propia habla de quien emite el juicio o en un espacio dúctil de proximidad).

La sociolingüística estudiará las vivencias y las elecciones de los agentes de la comunicación, si establecen o no fronteras entre distintas prácticas sociolingüísticas, mediante una expresión en palabras efectiva en sus discursos metalingüísticos (discursos sobre la lengua) o a través de una actitud particular que revele sus representaciones. Los agentes “se enfrentan ‘objetivamente’ a la existencia de fronteras a la vez que las acentúan, las borran, las desplazan, las redefinen, se apropian de ellas, las niegan; en suma, las modifican y las categorizan continuamente y, así, contribuyen a moldearlas y a dotarlas de significado en relación con proyectos, explicitados o no, que guían sus comportamientos en el marco de la coyuntura” (NICOLAÏ & PLOOG, 2013: 283).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS